La historia de 4 hermanos y su viaje hacia el infierno.

Iniciado por manugtt, 16 de Abril de 2015, 14:15:48


manugtt

Creo que hay alguno más Javi, pero vamos, del estilo. Tampoco hice on board ni hostias, total, para lo que hice :mrgreen:

pug206

Bueno ya nos sirve, ese video suena de lujo. Gordo gordo!

Te traerias unas garrafitas de esa gasolina Güena no?

manugtt


manugtt

CAPITULO 6

El lago de Maria Laach estaba a unos 60km. de Nurburg. Ese día, el antiguo trazado estaba alquilado por un adinerado club, con sus adinerados miembros y sus adineradas máquina. No iba a ser nada especial, así que un paseo en barca y una visita al pequeño pueblo germano serían perfectos para ventilar unos pulmones saturados de CO2.

Poco después de la sobremesa, decidieron volver. El trazado de GP estaría abierto al público y habría mucha gente queriendo acceder a una oportunidad tan poco frecuente. El paddock era una una exposición de lo más variopinta: un Caterham superaligerado, un Camaro que arrancaba a empujón y que olía a todo menos a gasolina, un S2000 con más batallas que el caballo del Cid...en fin, personajes con muchas horas tras el volante.



Tras una pequeña revisión de niveles y presiones, se pusieron en la cola que les adentraría a las entrañas de asfalto de Sudschleife. El comisario ondeó la bandera roja que les daba la salida y máquinas de dos y cuatro ruedas comenzaron a rugir preparándose para la batalla.


Durante las tres primeras vueltas, mientras se hacían con el trazado, todo fue bien. El nipon de 4 ruedas motrices hacía que las 070 hiciesen el trabajo para el habían sido fabricadas. Pero en esta ocasión, el pequeño circuito exigía frenadas más potentes, deceleraciones que hacían que las temperaturas que emitían discos y pastillas, se transfiriesen al líquido, llegando éste a su punto límite. En la horquilla anterior a la recta de meta, una "entre-recta" en la que se superaban los 180km/h, el mayor de los hermanos pisó el pedal del centro y éste se hundió en la moqueta como si del embrague se tratase. Con un vuelco en el corazón y un sudor frío en la frente, empezó a bombear el freno y a quitar todos los hierros que había metido en aquella recta del demonio. Con más suerte que maña, logró encarar el morro del "gran bastardo" a la salida de aquella maldita horquilla. "Suputamadre que librada!!!", es todo lo que alcanzó a decir. Se acabó, estaban sin frenos, no podían seguir aquel ritmo por mucho que quisiesen, de manera que dieron un par de vueltas más para que las temperaturas volviesen a escalas normales, y salieron del circuito.

A día siguiente, con el susto todavía presente en su cabeza, tomaron rumbo a Spa. La muga belga estaba cerca y la idea de conocer otro circuito en el mismo viaje, los lanzó a la aventura. Un cielo encapotado por nubes grises, abarrotadas del líquido elemento, ensombreció aquella mañana en Spa-Francochamps. Para colmo, un evento del que no tenían constancia, les obligaba a cotizar una entrada que, dadas las circustancias, no merecía la pena. Con un leve sentimiento de frustración, pasearon por el pueblo de Spa para intentar distraerse de los desagradables acontecimientos acaecidos en las últimas horas.

Pero puede que los Dioses del volante, allá en el cielo de las leyendas, sintieran simpatía por los 4 hermanos, pues de vuelta en Adenau, tras la sombra de supermercados y otros edificios, se ergía un taller de Radical. Aparcaron el Impreza y sacaron unas fotos a varios Porsche y otros artefactos de atractiva apariencia.

De pronto, una señora de unos 50 años, elegantemente vestida, llamó la atención de los hermanos. Manu le pidió disculpas si, vencidos por el entusiasmo, habían molestado al sacar fotos de aquellas maravillas mecánicas. Todo lo contrario. La mujer, muy amablemente, les invitó a pasar a su exposición de coches y echar un vistazo si les placía. Lo que hallaron fue artesanía en estado puro, preparaciones fuera del alcance del raciocinio humano. Barquetas matriculadas dispuestas para su venta, una unidad de RS 2000 en perfectísimas condiciones, un STI de color indigerible pero armado hasta arriba. Durante los siguientes 10 minutos, los flashes no dejaron de guiñar en el interior del edificio.





Con tremendo agradecimiento, se despidieron de la señora. Al día siguiente deberían empezar el regreso a casa y, aunque todavía les quedaba otra parada en el centro de la Galia, sus corazones empezaban a entristecerse, pues aquel sueño que estaban viviendo, estaba llegando a su fin. Al abrigo de la noche, se adentraron en Exmuhle. Saltaron la pequeña valla que servía de apoyo a los espectadores y bajaron la ladera, llegando al asfalto por uno de los huecos en los que los comisarios dejaban sus coches. Ellos nunca olvidarían Nurburgring, pero querían que Nurburgring no los olvidara a ellos.


En breve, último capítulo!! No te pierdas el final de esta aventura en el Club Subaru!!

McGregorsti

Si el resto de coches del planeta pudieran mostrar emociones, temblarían ante las siglas STI.

willy24


Salvatella13


elcurri

bonita firma jejeje y que pasa por alli qe regalan radical?  :mrgreen:

manugtt

CAPITULO 7

Mientras metían el equipaje en el maletero y echaban el último vistazo a la casa, nadie decía nada. En unas pocas horas, aquel idílico entorno no sería más que un bonito recuerdo. Pero así eran las cosas. Antes de partir para Le Mans, decidieron tomar un último desayuno en el "Devil´s dinner" y ver los primeros entusiastas del asfalto que llegaban a la entrada de Nordschleife, pues aquella mañana, el circuito abría desde las 8h. Mala decisión...

El parking era un hervidero de máquinas de hacer tiempos venidas de todos los puntos del mapa. Gente de aquí y allá iban y venían, observando los coches, debatiendo intereses comunes. Tanto era, que habían tenido que abrir un tercer parking que había justo en frente de la entrada.










Con el amargo sabor de boca que deja la impotencia de no poder quedarse un día más, se subieron al "gran bastardo", cabizbajos y sin ganas de bromas. Para colmo, parecía que la lluvía se había cebado con el país de los croassants y los macarons, pues no hubo tregua hasta llegar a Le Mans, donde la tormenta dio un respiro a los cuatro hermanos, pudiendo así recorrer la bonita ciudad hasta la hora de la cena.





Pero a la mañana siguiente, de nuevo el gris de las nubes ensombreció Le Mans. Tenían pensado acceder al circuito de las míticas 24H, pero al igual que en Spa, poco iban a disfrutar con semejante aguacero. Pero había una cosa que era de visita obligada, y que la meteorogía, en cualquiera de sus aspectos, no les podría fastidiar: el museo de las 24H, donde descansaban eternamente algunos curiosos modelos salidos de la ingeniería humana y las viejas glorias que un día trazaron aquel circuito, ganando un rinconcito en el garaje de la leyenda.
















Después de una comida ligera, y habiendo visitado todos los lugares que para ellos tenían algun interés, decidieron que la mejor opción era poner rumbo al gran Bilbao, descansar largo y tendido aquella noche y pasar un último día entre hermanos, dejando descansar la mecánica del Impreza, que se había portado como el titán que era. Habían sido 3837km. y unos 920€ en gasolina y peajes, pero la experiencia que habían vivido valía hasta la última gota de 98 octanos y hasta el último céntimo gastado.

Pasaron aquella noche dando altas dosis de envidia a la señora de Manu, enseñando fotos y vídeos, recordándo anécdotas vividas y contándole lo que habían dejado atrás. Hicieron un pacto, cada dos años, mientras las salud y el dinero diesen su beneplácito, se reunirían, estubiesen donde estubiesen, para volver a repetir aquel viaje al infierno verde. Eran muy diferentes entre sí, cada uno vivía a su manera, pero aquella aficción, aquella forma de vida, les mantendría siempre unidos.


EPILOGO

Son las 9 de la mañana. Manu se despierta con algo de resaca, pero es día de "tramo-rabas" y ha quedado en una hora con el resto de los integrantes del ORT. Esta vez, el elegido a sido el "pequeño bastardo". Prepara zumo de naranja, unos cereales con leche y algo de café, como cada mañana. En la pared de la cocina, cuelga el trazado de Nurburgring y lo observa, curva por curva, zona por zona, lo hechiza, como cada mañana. Ha pasado mucho tiempo desde que hiciera aquel viaje con sus hermanos, ahora en el sur. Pero en el interior de su agitada frente, revive el recuerdo de aquellos días, como cada mañana.


Los hermanos siguieron haciendo muchos tramos, trazando muchos circuitos, a los mandos de máquinas atmosféricas o sobrealimentadas, disfrutando cada metro de asfalto y cada segundo del crono, pero eso...es otra historia...

                                          EL PUTO FIN